La educación ha perdido el norte, ha caído en la indefinición y ha olvidado su objetivo fundamental: la formación de la personalidad. Una formación que corresponde, sobre todo, a la familia, pero también a la escuela, a los medios de comunicación, al espacio público en todas sus manifestaciones. Urge, por tanto, volver a valores como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad o la utilización razonable de la libertad.
Fuente: "Creer en la educación"(ed. Península, 2009).Victoria Camps, catedrática de Filosofía moral y política de la Universidad Autónoma de Barcelona.